Domínico Nadal, NotiColombia Press
El desbocamiento de Uribhitler ad portas de su salida de la Casa de Nari da risa, pero también hay que tomarla con beneficio de inventario. Un régimen narco-paramilitar, es decir, mafioso, traficante de cocaína, asesino de colombianos, que diga que ”los vamos a acabar a todos, todos, toditos” y enseguida señala -en el colmo de su desesperación e impotencia- a los que el llama ”guerrilleros de civil”, que con la sabiduría del pueblo colombiano son los exiliados políticos colombianos que colaboran con sus producciones en la Agencia de Noticias Nueva Colombia -Anncol- y en Radio Café Stéreo, pues hay que ponerle atención a la cosa.
La realidad de la amenaza de muerte proferida por el narco-paramilitar presidente Uribhitler es que ese régimen putrefacto, corrompido, asesino, es capaz de cumplir sus amenazas de muerte allí en cualquier país en dónde pueda hacerlo. Sabemos que la índole mafiosa del régimen de Uribe Vélez lo lleva a cometer toda clase de tropelías no sólo en Colombia, sino también en países extranjeros como ha quedado patente con la captura en Venezuela de Rodrigo Granda; un profesor en Maracaibo, los cuales fueron llevados a/y presentados como si hibieran sido capturados en Colombia, y el asesinato de dirigentes políticos de la oposición (PCC) que buscaron refugio en Venezuela. También ha quedado patente con el bombardeo de Angostura en Ecuador.
Ha señalado Uribhitler a Suecia, país en el que los refugiados políticos de la Unión Patriótica (U.P.) y del Partido Comunista Colombiano (PCC) se han organizado en la Asociación Jaime Pardo Leal (AJPL) y desarrollan su trabajo de denuncia de las violaciones de los derechos humanos cometidos bajo el Terrorismo de Estado de la Seguridad Nacional, doctrina entregado a los gobernantes colombianos por los imperialistas, a través de la Radio Café Stéreo.
Sobra decir que la desesperación del régimen narco-paramilitar es porque en Suecia no le prestan atención a sus diatribas enfermas contra los refugiados políticos que por el mismo ensañamiento de Uribhitler y otros funcionarios del estado han tenido que optar por el exilio. Personas civiles, no combatientes, desarmadas, cuyo única arma es el uso de la palabra para denunciar las persistentes y consuetudinarias violaciones de derechos humanos, políticos y laborales que el régimen narco-paramilitar de Uribhitler comete a diario contra los colombianos.
Mas llama la atención que el régimen narco-paramilitar se abrogue el derecho de decidir quiénes son ”miembros de las FARC” -sin ninguna prueba o con pruebas fabricadas por la fiscalía y las fuerzas militares-, que los va ”acabar todos, toditos, todos”, lo cual implica una AMENAZA DE MUERTE en personas protegidas por el DIH y, en algunos casos, son ya ciudadanos suecos, como si él tuviera la ”varita mágica” para mandar a asesinar a esas personas; pero al mismo tiempo lo hemos escuchado lloriqueando por la muerte del gobernador del Caquetá a manos de las FARC, quien estaba siendo investigado por la propia Fiscalía colombia por sus nexos con las bandas de narco-paramilitares, los cuales entre otras cosas le posibilitaron el triunfo en las elecciones que le valió ser elegido como ”gobernador del Caquetá”.
Es claro que Uribhitler es un narco-paramilitar a quien le duelen los muertos de sus huestes narco-paramilitares y es claro también que el gobernador del Caquetá no era un civil, un no combatiente, sino precisamente un combatiente con todas las de la ley. Que las FARC lo ajustició. Lamentable, pero es la dinámica de una guerra a la que han sometido al pueblo colombiano, y este pueblo ha organizado sus guerrillas para enfrentar las amenazas de muerte y los asesinatos de su propia gente.
Uribhitler aplica el principio de ”muerte a mis enemigos; y vida a mis amigos, así sean asesinos”. Mas por todos sus delitos de lesa humanidad y delitos de guerra, lo veremos tal cual como Fujimori. O peor.
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